sábado, 5 de febrero de 2011

Blast from the past: "La mañana de los zapatos lustrados."

Esta entrada se publicó originalmente el 15 de marzo de 2005, en el blog "La Cajita Feliz", perteneciente a la Ilustre Federación de Whiskeros La 14.

No se sentía especialmente inclinado a salir ese día. O cualquier otro. Pero que remedio. Últimamente la existencia era pesada, indeseable. Pasaba el tiempo submergido en una especie de sopor semi-consciente, llevando a cabo las tareas de forma automática sin pensar demasiado en nada. Eso era lo principal. No pensar. Se había levantado temprano gracias a una de las usuales peleas de los vecinos. Cuando dobló la esquina todavía podía escuchar al boricua bestial vociferando desde el balcón del segundo piso. Seguramente le pega a su mujer el tipo ese. A la verdad que hay que joderse con los elementos que viven aquí. Se detuvo en la parada de la guagua justo a tiempo para verla doblar la esquina y alejarse. Tendría que esperar al menos un cuarto de hora por la próxima, aunque con la forma en que los choferes intepretan los horarios en esta ciudad de mierda uno nunca sabe. No quedaba más que hacer, así que cruzó la calle y se internó en el negocio de enfrente. Era un sitio pequeño, sucio y odioso como tantos otros de su tipo. Casi seguramente administrado por inmigrantes dominicanos. "Dominiquis de porquería," --pensó--, "se nos están quedando con el país." Pidió un café, y tras pagar se sentó en una esquina. Un deambulante se acercó a pedirle dinero. Varón, me falta un pesito pa' la cura. Y a mí me faltan un cojón para saldar la casa, pendejo. Disgustado, dejó el vaso sobre la mesa y volvió a la parada de la guagua. ¿Cuanto faltará para que llegue la cabrona guagua? Se volteó para ver mejor la entrada por donde debía llegar en cualquier momento, dió dos pasos adelante y cayó muerto.

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