martes, 5 de octubre de 2010

De los Odiadores de Gatos

Este post proviene, con algunas modificaciones, de un cuaderno encontrado mientras limpiaba mi habitación. La primera iteración del mismo data de allá y para marzo de 2009.

Entre tantas cosas en el mundo que no tienen razón de ser, un grupo en específico capta poderosamente la atención. Se trata de un conjunto de individuos con características dispares, pero unidos por un negro propósito que ejecutan en cada oportunidad que tienen, y cuya proyección como grupo ha mutado continuamente pero sin nunca mudar su esencia. Se trata de los Odiadores de Gatos.

Los orígenes de tan oscura secta se pierden en los albores de la Historia. Ya en la Edad de Piedra encontramos ejemplos, que nos llegan atestiguados por pinturas rupestres, de sacrificios rituales de felinos. Durante la Antigüedad, los Odiadores de Gatos se dedicaron a elucubrar perversas teorías que responsabilizaban a los mininos por todos los males del Universo. 

Tras el advenimiento de la era cristiana, sería uno de sus dogmas que un gato, y no una serpiente, habría tentado a Eva en el Paraíso. Esto desembocó en las grandes persecuciones felinas de la Edad Media, en las cuales millares de gatos inocentes murieron quemados en la hoguera, vilipendiados y falsamente acusados por los antecesores del Emperador Ratzinger.

Hoy día el antigatismo ha tomado formas más sutiles, pero por cuanto más insidiosas. Todavía hay quienes suscriben la vieja doctrina de que los gatos controlan los medios de comunicación y/o que se comen a los niños crudos. Otros aseguran que los mininos fueron los autores intelectuales de los 11 de septiembre, además de causar el calentamiento global y que se tapen los caños.

Pero los Odiadores de Gatos no son en su mayoría locos que adhieren a teorías conspiratorias. De hecho, ni siquiera son estos los mayores cultores del antigatismo. Más bien son víctimas. Tontos útiles. Hoy día el odio hacia los gatos se ha institucionalizado en el mundo académico, racionalizado por pseudo-académicos revisionistas que adhieren a la doctrina y se aprovechan de las maleables e impresionables mentes que le confiamos.

Y mientras tanto, siguen pontificando y envenenando el mundo con sus actitudes intolerantes hacia tan dignos y nobles seres. Una lástima. Que se los trate con todo rigor.

1 comentario:

  1. bah..no se si estoy en la secta pero no me gustan mucho los gatos.... En todo caso bien o mal en la historia antigua sobresalen más los gatos que los perros..en todos los sentidos..chau..postea algo nuevo si querés que comente. Beso

    ResponderEliminar